Cámaras fotográficas

Todavía recuerdo cuando me regalaron mi primera cámara fotográfica compacta cuando tenía 9 años y mi madre me decía selecciona bien a qué le quieres hacer una foto porque solo puedes hacer 24 instantáneas. Cuando terminaba el carrete esperaba ansioso ir a la tienda fotográfica para revelarlo. -¿Mate o brillo?- Brillo, contestaba yo. Y dos días después iba con mi resguardo a recoger mis fotos y antes de salir de la tienda ya estaba abriendo el sobre para ver que tal habían quedado. Con cuidado las cogía por el borde, siempre me llamaban la atención por dejar los dedos marcados en todas y cada una de las fotos. ¡Solo hay 21 fotos! Revisaba los negativos y veía tres fotos sin imagen, totalmente negras. Llegaba a mi casa y las ponía en el álbum. Luego se las enseñaba a mis abuelos cuando venían a casa alguna tarde.

Mi prima de 9 años le han regalado una cámara de fotos hace unas semanas, una cámara digital. Está todo el día haciendo fotos a todo y a todo el mundo hasta que se le llena la tarjeta de la cámara, mis tíos se están planteando comprarle una tarjeta de memoria con más capacidad. Si termina de hacer una foto y no le gusta tras verla en el monitor la repite hasta conseguir captar el momento correcto. En el ordenador ordena las fotos por carpetas diarias y a través del Messenger envía las fotos del día a sus amigas. Las que más le gusta las cuelga en un álbum digital gratuito, Flickr, para que las pueda ver todo el mundo.

Artículo inspirado en la ponencia “Fotografía Digital: dinosaurios en Matrix” ofrecida en las últimas jornadas de Sicarm por Juan Francisco Morenoa, Presidente de la Asociación de Fotógrafos de la Región de Murcia, Fermín Cebolla, Director de la Agencia Alfaqui, Enrique Martínez Bueso, Jefe de Fotografía de La Verdad y Joaquín Clares, fotógrafo de La Opinión de Murcia.