De Fallas sin falleras

Durante el tiempo que publico este artículo en el blog, las fallas estarán ardiendo…
Dos días en Valencia han sido suficientes para hartarnos de ver gente por todos lados, de terminar con los bajos de los pantalones mojados de orines procedentes de las callejuelas del Carmen, de romper la llave de casa, de dejarnos una pasta en propinas para mimos, de chutar una lata hasta la saciedad, de comer buñuelos congelados y churros fríos, de escuchar la Mascletà desde la cama, de jugar al "veo veo", de quedar con la gente y no vernos, de bailes con Andrea -el italiano-, de escuchar música desde los platos de dj’s en un pub que rompía con la idea de fiesta en fallas, de saludar a antiguos “partners” Erasmus, de comer una gorda tortilla de patatas del hermano de Juanjo, de sentirnos mejillones al limón en lata en el metro, de ser hombres para Rosario, de andar hasta terminar en el mismo lugar, de…, de…, de de dedo…